El cambio automático triunfa cada día más en el mercado, peor lo cierto es que nunca podremos olvidar el cabio manual, que sigue siendo multitudinario. Este componente es de vital importancia en el funcionamiento de nuestro coche y especialmente de nuestro motor. Para alargar la vida de nuestro vehículo vamos a hablar de unos conejos y manías sobre el embrague.
La función del embrague es sufrir para ofrecernos a nosotros un trabajo más fácil y confortable pero nuestros malos hábitos a la hora de conducir pueden afectar significativamente en su funcionamiento.
Las averías más habituales del embrague están relacionadas con el disco y con la rotura o deformación de los elementos que lo comandan. Los problemas principales vienen por un desgaste excesivo o desigual de la superficie de contacto. Esta avería no surge sola, aparece cuando hacemos un uso inexacto del embrague, por ejemplo, frenar el coche bruscamente, cambios de relación con fuerte aceleración de motor o cambios de marcha sin pisar bien el embrague.
Estas acciones obligan al disco de embrague a soportar fuerzas superiores a las que está preparado para asumir lo que genera un rozamiento y temperatura que degradan su material generando pérdidas parciales o completas. Lo síntomas para comprobar estos problemas son evidentes; el motor sube de vueltas sin que el coche acelere, se sienten vibraciones cuando se suelta el embrague, dificultad para introducir las marchas, ruidos al embragar y desembragar, etc.
Para que esto no nos ocurra debemos gestionar el uso del embrague con suavidad y delicadeza, tanto cuando accionamos el pedal como cuando lo soltamos. También le daos importancia a la transición entre marchas, debemos realizarlas sin acelerar el motor. Por supuesto evitar retener el coche con el embrague, esa es la función de los frenos, y por último pisar siempre el embrague hasta el fondo.